Ellos hacen preguntas y yo cuando puedo las respondo. La realidad es que no tengo todas las respuestas hasta de cosas que debería saber; como la causa de muerte de Belgrano, la ubicación de ciertos pueblos, las oraciones católicas, las tablas, el nombre de autores. Ellos inventa respuestas cuando no saben algo y cuando lo saben también, porque buscan respuestas más divertidas. A mí también me encantaría inventar pero no puedo. Serían algo así, a su nivel, a su espontaneidad: Belgrano murió por un ataque alienígena, Yapeyú queda en Narnia, en el nombre de Padre, del hijo y de Naruto, 7 x 8 es locura y Hansel y Gretel lo escribió un perro.
Ellos alargan las historias de los cuentos, yo me quedo en los núcleos narrativos. Caperucita salió al bosque, se encontró con el lobo, habló con él, el lobo corrió a lo de la abuela y se la comió y cuando se quería comer a Caperucita justo llegó el cazador y lo mató. Ellos, además, rescatan que la mamá de Caperucita guardó un vino en la canasta para que le lleve a su abuela enferma y se ríen del sin sentido pero lo aceptan igual. Ellos entienden la inverisimilitud de los cuentos y a mí si no me cuentan una historia donde me pueda sentir identificada no me interesa.
Ellos me cuentan emocionados lo que hicieron el fin de semana, los nombres de sus hermanos, primos, tíos y abuelos, lo que comió su abuela de postre el domingo y cómo papá le gritó feo a mamá. Yo también a veces les cuento algo de mi vida pero creo que no les importa y toman lo que les cuento para hablar de la suya. Ellos no tienen miedo de hablar de sí mismos, de ponerse como centro. Yo soy más de estar al frente. Ellos hablan todos juntos y a los gritos y sí algo de un amigo les molesta hacen justicia por mano propia, yo les digo que las cosas se resuelven dialogando aunque sé que en más de una ocasión les estoy mintiendo. Ellos mienten mucho, a mí, entre ellos, a ellos y saben que están mintiendo y saben que el otro sabe que están mintiendo y siguen sosteniendo la mentira diciendo "Es en serio lo que te digo, eh" y yo no los interrumpo porque es su manera de expresarse, de pronunciar su mundo, de llenar de palabras lo que viven.
Ellos me cuentan emocionados lo que hicieron el fin de semana, los nombres de sus hermanos, primos, tíos y abuelos, lo que comió su abuela de postre el domingo y cómo papá le gritó feo a mamá. Yo también a veces les cuento algo de mi vida pero creo que no les importa y toman lo que les cuento para hablar de la suya. Ellos no tienen miedo de hablar de sí mismos, de ponerse como centro. Yo soy más de estar al frente. Ellos hablan todos juntos y a los gritos y sí algo de un amigo les molesta hacen justicia por mano propia, yo les digo que las cosas se resuelven dialogando aunque sé que en más de una ocasión les estoy mintiendo. Ellos mienten mucho, a mí, entre ellos, a ellos y saben que están mintiendo y saben que el otro sabe que están mintiendo y siguen sosteniendo la mentira diciendo "Es en serio lo que te digo, eh" y yo no los interrumpo porque es su manera de expresarse, de pronunciar su mundo, de llenar de palabras lo que viven.
A ellos se les caen los diente, a mí ya se me empezó a caer el pelo. Me cuentan cuanta plata les dejó el Ratón Pérez debajo de la almohada y yo no sé que tan bueno está seguir sosteniendo estas fantasías pero también pienso que les digo que cuando estamos enojados hay que intentar buscar cosas que nos hagan sacar el color rojo y ponernos verde calma o azul tranquilidad, porque el enojo no es una linda emoción y ya no sé qué tanta verdad tiene eso.
Ellos casi nunca se enojan conmigo, yo tampoco con ellos pero tengo que jugar a hacerlo cuando hacen cosas que deberían enojarme pero en realidad me dan gracia, como cuando puse la Marcha de San Lorenzo y empezaron a marchar dentro del aula pateando las mochilas y después jugaron a la batalla entre criollos y realistas, repartiéndose el rol de San Martín y de los españoles y yo sentía risa por la marcha, orgullo por su simulación y muy poquito de enojo por el desorden pero tuve que convertir el enojo más grande porque hay cosas que no se deben permitir. Ellos están siempre en el lo hago porque quiero y puedo y yo estoy casi siempre en el no lo hagas porque no debes o lo hacen porque es así y punto. Ellos preguntan por qué cuando yo respondo no.
Ellos leen, escriben, suman, restan y yo corrijo. También, ellos creen que yo soy la que enseña y ellos los que aprenden.
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