Febrero 2022

Vuelvo a estar aislada. Tengo una historia de amor para contar. No guardo el mismo rencor de hace un año. Las tormentas de verano me siguen dando miedo. Dormí en un piso 10, sentí que el viento iba a romper la ventana con la violencia de la primera infancia. Me picó un mosquito toda la noche, me dejó más marcas que la última persona que se fue en diciembre el mismo mes que me saltó un perro y me rasguñó la pierna dejando algo que hoy parece un pelo y todos me preguntan que me pasó.

Me gusta mi piel como es por eso no me tatúo aun así tengo todas las piernas lastimadas por decisiones ajena. Tus besos me dejaron varias sensaciones por todo el cuerpo y recordarlo me da pudor. Quizás fuiste una decisión tímida e irresponsable. Cantaste tres días seguidos el estribillo de la misma canción indie de amor que hoy no me acuerdo. Quiero quedarme en este loop, en el lapso de tiempo donde por ahora todo está bien. Compartimos música, riñoneras de cuero cruzadas por el hombro, camisas floreadas, una deconstrucción contradictoria con el decir y el hacer, el origen de nuestros apellidos y la misma ansiedad de no poder dejarnos caer en la espontaneidad. Chapoteamos en respuestas apresuradas, tajantes y seguro mal contestadas.

Empecé a escribir esto a las tres de la madrugada en mi cabeza cuando me despertó el espejo que se cayó. no puedo ni copiarme a mí misma porque no me acuerdo cómo terminaron las oraciones que pensé. podría haberme ido a dormir acompañada al cuarto de al lado pero por una vez me quiero valer por mí misma.  

Le habíamos pedido cada uno un deseo secreto a una de mis pestañas y me la pegué en el pecho yo. Ojalá no se me rompa el corazón. En algún momento se apagó el espiral y sé que nuestro final va a ser fatalista, igual extendí mi mano. Busqué al mosquito que me estaba molestando. No lo encontré.  Salí del cuarto por el encendedor. No quise cerrar la ventana porque me parecía mejor dejar entrar el viento. Alguien más con quien compartir los miedos. Con el mismo que sentís que te puede lastimar. Hace mucho no dormía abrazada. Aplaudí al mosquito. Volví a prender el espiral. Me tapé aunque tenía calor. No quiero renunciar a sentir. Conté de 100 para atrás e intenté ignorar los golpes del viento. Nada es igual al febrero anterior.

Hace una semana le grité a las estrellas de Uspallata que no quiero que se enfermen más mis viejos y mi mamá no mira el celular después de las ocho de la noche para conciliar el sueño. Le quería escribir que yo tenía miedo y no podía dormir y a la mañana ella me dijo que durmió muy bien.

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